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Melaka, un encantador puerto atrapado en el pasado


STOP malayo en una esquina del barrio chino de Melaka

STOP malayo en una esquina del barrio chino de Melaka


A diferencia de Camboya y el sur de Laos, Tailandia y Malasia no son países para cruzar en bici. Carreteras demasiado transitadas, autopistas con autocares, coches, camiones y furgonetas zumbándote en la oreja. Y lo más importante: las ganas. Ya no tengo ganas de pasar calor solo, en la bici, con mi mochilón detrás. Ahora ya sé que me gusta viajar a pedales y también cómo me gusta. Así que en la frontera Tailandia – Malasia al que me vendió el billete de bus a Kuala Lumpur y se encaprichó con mi Jaguar verde, se la vendí por el módico precio de $36. La he disfrutado en tres países, ahora dará placer a otro, tan ilusionado con ella como yo al principio. Más ligero de equipaje, me subo al bus que me va a llevar a otro episodio del plan. La primera parada en la capital de Malasia con sus famosas Petronas y centros comerciales ya la conocen. La segunda es en Melaka. Un puerto histórico Patrimonio de la Humanidad (UNESCO) de belleza y atmósferas equiparables a Fort Cochin o Pondicherry en la India, Hoi An en Vietnam, Luang Prabang en Laos o, salvando las diferencias, Adrogué en Argentina o Calella de Palafrugell en la Costa Brava. O sea, rincones del mundo que, a su manera, fueron bellos e importantes, y que han resistido muy bien el paso del tiempo y las tentaciones que el «desarrollo» ha puesto ante sus narices para perder su esencia a cambio de un puñado de dólares. Melaka fue fundada en 1401 y la han pretendido malayos, siameses, portugueses, holandeses, chinos, británicos. Algunos ejercieron cierto control sobre ella, y de todos ella aprendió. Pasear por su barrio antiguo es una experiencia llena de sorpresas. Una pequeña Europa en Asia. Tuve la suerte de dar con Sayang-Sayang (que significa amor pleno en malayo), un alojamiento nuevo regentado por el joven local Kent Lee y su amiga de Taiwan, Stephanie Lin. Con los que comimos exquisitos bocados locales en puestos callejeros que no hubiera descubierto por mi cuenta y compartimos un par de días y sus noches a orillas del canal que separa el Melaka moderno carente de gracia con el encantador puerto histórico de Malacca y su imprescindible Chinatown. Un barrio para descubrir a pie, o en bici, como tuve ocasión de hacer con las que alquila Kent en su flamante nuevo guesthouse.
casita celeste del barrio chino de Melaka

casita celeste del barrio chino de Melaka

Kuala Lumpur, las Petronas y la montaña rusa en el centro comercial


las Petronas de Kuala Lumpur, dos torres gemelas de 451 metros de altura

las Petronas de Kuala Lumpur, dos torres gemelas de 451 metros de altura


Kuala Lumpur es la versión vertical de Malasia. Rascacielos y centros comerciales. Como hay que aprovechar lo mejor de cada lugar e intentar hacer lo que hacen los locales, en la capital malaya me tocaba pasear entre edificios altos y dentro de shoppings en los que uno se puede encontrar de todo. Sobre todo grandes marcas (Prada, Harley-Davidson, Marc Jacobs, Louis Vuitton, Apple, Montblanc, Rolex), oferta gastrónomica de todo tipo y, no se lo pierdan, un parque de atracciones entero dentro de uno de estos gigantescos malls. Ya me lo había dicho Iñigo ex-Iguapop Gallery en Koh Tao: «no te pierdas la montaña rusa que hay dentro del Berjaya Times Square». Brutal. Todo lo que uno suponía que en Estados Unidos había tocado techo parece superado en Asia. Ni Chicago, ni Miami, ni Las Vegas. Kuala Lumpur es la que tiene las torres más famosas. Las Petronas. Más altas que las derribadas en Nueva York en 2001. Y con centros comerciales apabullantes. Vale que no soy un experto y que no puedo compararlos con los nuevos de otros lugares, porque en general los esquivo. Nunca me he sentido cómodo en ellos. Me gustan los mercados o las calles bonitas con comercios personales, no los gigantescos centros comerciales. Eso sí, observar un rato a la gente como pasaba gritando a toda velocidad con su vagón de la montana rusa a pocos centímetros del McDonalds era divertido. La cultura pop y el capitalismo galopan a toda velocidad hacia el fin de las energías fósiles con el calentamiento del planeta como telón de fondo. Aprovechen las últimas décadas del festival. Después, si sobrevivimos, ya quedaremos para ir en bici y bucear. Hacer yoga, ir a la playa, cenar con velitas y charlar hasta el amanecer recordando los excesos del pasado.
la montaña rusa en el interior del Berjaya Times Square, Kuala Lumpur

la montaña rusa en el interior del Berjaya Times Square, Kuala Lumpur