Archivo de la categoría: 09 Tibet

los trenes en China son una maravilla


despedida de los cielos tibetanos desde el tren Lhasa - Chengdu

despedida de los cielos tibetanos desde el tren Lhasa - Chengdu


Ya tenía ganas de ver donde iba a parar el dinero que ingresan en todo el mundo y también de escribir cosas buenas de los chinos después de tantas malas que me contaron los amigos que habían estado en el país de la Gran Muralla. Me habían dicho de ellos que eran unos guarros. Pues bien, la estacion de Lhasa y el tren de Chengdu brillaban. Mucho más limpios (y nuevos) que en la mayoría de países de los que vengo. Es cierto que escupen y eructan, pero eso son pequeñas diferencias culturales. El vagón restaurante era de verdad, con asientos, mesas y comida, no como el del AVE Barcelona-Madrid en el que no hay donde sentarse ni qué comer (y eso que soy un fan del AVE). Hay cuatro categorías o clases en los trenes chinos (me voy a tener que comprar un libro que me cuente en que consiste el comunismo es este pais). Asiento duro, que es lo mas barato e incómodo, asiento blando, cama dura y cama blanda, que es primera clase, con solo cuatro personas por compartimento, aire acondicionado, colchón gordo, sábanas limpias, almohada y manta. En serio, la falta de libertad en internet -uno no se puede conectar a facebook ni a youtube en toda China por ejemplo- es lamentable, como también lo es la presión que ejercen en el Tíbet, pero al César lo que es del César, los trenes chinos estan muy bien. Las 44 horas del Lhasa – Chengdu pasaron volando.
pasajeros del tren chino Lhasa - Chengdu

pasajeros del tren chino Lhasa - Chengdu

Dejando atrás el mal de altura, en Lhasa


el cielo en llamas tras el Palacio de Potala, en Lhasa

el cielo en llamas tras el Palacio de Potala, en Lhasa


He protagonizado mis 8 días en el Tíbet. No se puede elegir otra duración u otro itinerario, pero vale la pena. El primer día se sale de Katmandú, la capital de Nepal, a 1.400 metros sobre el nivel del mar y se cruza la frontera para llegar a Nyalam, en Tíbet, a 3.750 metros. Ascensión demasiado rápida en un día, pero es la ruta oficial. Aquí empieza para algunos cierto malestar físico, nada grave. Al día siguiente, camino a Lhatse, se pasan dos puertos, el segundo en la cota de los 5.200 metros. En este punto somos unos cuantos del bus turístico que padecemos los síntomas del mal de altura: mareo, dolor de cabeza de cabeza, boca seca, palpitaciones, respiración pesada … Ante lo que lo mejor que se puede hacer es tomar agua, té, sopas de jengibre, pastillas contra el mal de altura… y si la cosa persiste o empeora, oxígeno y bajar, descender por debajo de los 3.000. Por suerte nadie empeoró. Porque la idea era seguir por encima de los 3.000 metros sobre el nivel del mar durante una semana. En Lhasa, la capital del Tíbet, a 3.650 metros, ya nos encontramos bien todos. A las alturas uno tambien se termina aclimatando. Eso sí, ya nunca dudaré ante la pregunta chorra de «mar o montaña?». En mi anterior vida habre sido delfín y en la próxima seré marinero. Pero insisto, a pesar del pequeño mareo y del leve dolor de cabeza a los 5.200 metros, la visita al Tíbet es altamente recomandable. Ya en Lhasa fuimos al Palacio de Potala coronado con una irritante bandera china, al Monasterio de Sera, al Templo de Zhefeng y al Monasterio de Drepung donde asistimos a las discusiones diarias entre monjes budistas, donde se retan uno frente al otro a preguntas y respuestas sobre la transitoriedad, el cambio y la no permanencia. Y como todo fluye y yo no quiero temer ni odiar a nadie, me voy unos días a China.
las discusiones de los monjes es budistas en el patio del Monasterio de Drepung

las discusiones de los monjes budistas en el patio del Monasterio de Drepung

los cielos más azules y las nubes más blancas, en el Tíbet


el monasterio de Shiangtse, Tíbet

el monasterio de Shiangtse, Tíbet


El 5 de junio me subí a un bus turistico destino Tíbet y ese mismo día entré a la Republica Popular de China. El Tíbet es chino desde 1951 y eso se nota. La cultura tibetana, su idioma y sus costumbres se van diluyendo ante la presión económica, política, demográfica y militar de los chinos en la región. La religión budista poco a poco va desplazando su centro de gravedad del Tíbet a otras regiones de China, Nepal o la India donde sus practicantes tienen más libertad. Al Tíbet no se pueden entrar libros del Tíbet ni mucho menos banderas o insignias que reivindiquen su libertad. Nuestra guía nos contaba todo lo que podía y nosotros (sólo se puede ir de visita al Tíbet en grupo, desde Nepal o desde China) podíamos preguntarle cualquier cosa siempre que no estuviera relacionada con política. Yo debería estar hablando unicamente de lo maravilloso de los paisajes del techo del mundo, de la hermosa intensidad del azul de los cielos tibetanos y del blanco puro de sus nubes, pero me cuesta obviar una parte tan grande de la verdad. Visitar el Tíbet hoy es ver los ultimos días de una antigua civilización en serio perligro de extinción. En pocas décadas esto va a ser una bonita provincia china, con hermosas montañas, glaciares y lagos, pero sin los habitantes que le dieron vida y personalidad durante tantos siglos inspirarando a personas de todo el mundo y con los templos budistas vacios, sin actividad, reconvertidos a museos que explicarán lo que en su día fueron. Ojalá me equivoque.

cruzando el Tíbet se disfruta de paisajes naturales sin igual

cruzando el Tíbet se disfruta de paisajes naturales sin igual