
Prizren, Kosovo
Poco después de declarar en este mismo blog que me quería dedicar a promover la paz mundial me contactó
Ginés Alarcón, un ex compañero de
scannerFM, para ir a conocer un país perteneciente a una de las zonas más calientes del planeta, la Europa del Este balcánica. Allí donde empezaron las dos guerras mundiales y donde el viejo continente vivió el último genocidio de su historia tras la desintegración de la antigua
Yugoslavia. Sabiendo que para consolidar la paz hay que entender el conflicto primero, mi camino tiene que ser el de la búsqueda de la verdad y el entendimiento. Eso comporta viaje interior, empatía y conocer las raíces de los conflictos. Tanto los propios, como los ajenos. Y desde un punto de vista mundial o geográfico, seguir indagando en la historia, antropología y tensiones identitarias varias. Así, sé que es vital para la paz en el mundo encontrar la concordia entre Catalunya y España, entre Israel y Palestina, entre Tíbet y China y entre todos los países de la zona de los Balcanes. El más nuevo de ellos es la
República de Kosovo que proclamó unilateralmete -con ayuda de la OTAN y los EEUU- su independencia de Serbia en 2008, hace solo cuatro años. A fecha de mi viaje a Kosovo, 91 de los 193 miembros de Naciones Unidas lo reconocían como Estado. La mayoría de países de la Unión Europea lo hace, España no. Los motivos, evidentes. Que Euskadi y Catalunya no le digan «eh! y yo qué!?». Así que Kosovo, que ya intentó ser un país normal en 1991 y no lo consiguió, ahora parece que va por buen camino. Con una identidad que les acerca a Albania. Con una soberania que buscaron con respecto a Serbia. Y con un mundo en el que cada vez tienen menos sentidos las fronteras, las barreras, las aduanas y los visados. Ahora para la población kosovar, viajar es un suplicio, se tienen que ir a Macedonia a hacerse un visado, y su pasaporte en medio mundo no es reconocido como tal. Para nosotros, en cambio, es fácil ir a Kosovo. Su gente es abierta y hospitalaria. El país es seguro y tranquilo. No hay turismo todavía, cosa que lo hace muy atractivo y súper auténtico. La mitad de la población es menor de 25 años y la vida cultural está viva y efervescente.

banderas de Kosovo y Albania
La Fundación del controvertido filántropo norteamericano de origen húngaro George Soros,
Kosovo Foundation for Open Society nos trató como reyes, o mejor, como diplomáticos, a una pequeña delegación de periodistas y blogueros de
Bosnia-Herzegovina, Grecia y España (que junto a Chipre y Eslovaquia son los 5 países de la UE que todavía no reconocen a Kosovo) para crear puentes entre Kosovo y estos Estados con los que de forma oficial no se hablan ni tienen ningún tipo de relación. Así que, durante cuatro días me sentí como un embajador o un miembro de la ONU en misión de paz. Nos trataron genial, nos presentaron a miembros destacados de la sociedad civil, de la cultura y la política. Conocimos a la directora de
KOHA, el mayor grupo de comunciación del país, muy crítico con el gobierno. Tuvimos una charla con el Primer Ministro en su despacho. Comimos con el vice-Ministro de Asuntos Exteriores, un chaval de 33 años muy avispado. Visitamos la capital Pristina, y también fuimos a Prizren, la más bella población del país, donde se celebra el Festival de Documentales y Cortos más importante de la región, el
Dokufest. Vamos, que tuvimos la ocasión de expandir nuestro conocimiento, nuestra empatía y nuestra comprensión de pueblos vecinos que a veces nos pintan como muy lejanos y oscuros. Y de paso romper un montón de esterotipos nocivos relacionados con el Islam. Sí, la mayoría kosovar es musulmana, pero ni las mujeres van cubiertas de pies a cabeza, ni las encierran en sus casas todo el día, ni les impiden estudiar o trabajar. El sistema político es la democracia. La juventud es normal. La gente usa teléfonos móviles, internet. Hay mucho paro, como en España. Hay revistas muy interesantes como
Kosovo 2.0 y hay vida nocturna, sí. Hasta bailan salsa y toman mojitos! O sea, que
Kosovo es un país normal, y así quiere que se lo reconozca. Nada más y nada menos.

mezquita de Prizren, Kosovo
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